Lo que dijo el candidato presidencial Iván Duque, del partido Centro Democrático, luego de ganar la primera vuelta presidencial del pasado domingo fue casi calcado de su discurso de cierre de campaña una semana antes en el parque El Tunal del sur de Bogotá, con excepción de dos frases recientes que soltó al principio sobre el tiempo que le tomó posicionarse como aspirante y la votación que obtuvo.
“Empezamos (a hacer campaña) hace más de dos años y medio con los talleres Construyendo País”, señaló primero. Ya lo había dicho también en el debate de Caracol Televisión el viernes en la noche y algunos usuarios de redes sociales incluso se habían mofado del comentario, pues tomaron como fecha de inicio el momento en el que Duque, como ficha única del uribismo, empezó a subir en las encuestas, a finales de 2017.
"Dos años y medio de campaña": Duque hace cuentas desde que quiso ser presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio
— Juan Pablo Arévalo L (@ArevaloJuanP) 26 de mayo de 2018
¿Cuáles dos años y medio de campaña, señor Duque? Hace tres meses nadie lo conocía. Seriedad hermano.
— Cindy A. Morales (@CinMorAleja) 26 de mayo de 2018
Sin embargo, el candidato empezó a recorrer el país desde febrero de 2016, junto con su compañero de bancada Everth Bustamante en el primero de los mencionados talleres, que se realizó en Girardot (Cundinamarca).
También empezó a posicionarse ante la opinión pública con su participación activa en los debates sobre el proceso de paz, el impuesto a las gaseosas y los temas económicos; hasta que venció en las encuestas de su colectividad y la consulta de coalición del pasado 11 de marzo.
Tras los resultados del 27 de mayo, Duque aseguró que fue gracias a todo eso que logró “la votación más alta que se conozca en Colombia en una primera vuelta”.
En principio las cifras le dan la razón. Incluso pasó al senador y expresidente Álvaro Uribe, su mentor, que ganó la reelección en 2006 con 7,4 millones de votos. Duque obtuvo 7’569.693, más de 150.000 votos por encima de los que sacó su jefe político hace 12 años.
Le ayudó el hecho de que en 2018 fueron muchos más votantes que en cualquier otra elección presidencial, 19,6 millones (cifra récord para cualquier elección).
También hay que decir que Uribe sí aseguró la Presidencia en primera vuelta las dos veces que se lanzó, en 2002 y 2006; mientras que el actual presidente, Juan Manuel Santos, sacó 46 % de los votos en 2010 y Ernesto Samper obtuvo 45 % en 1994; por tanto, la votación de Duque fue proporcionalmente más baja que la de ellos.
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En consecuencia, la frase sobre la duración de su campaña puede considerarse inflada, porque las cuentas de tiempo dan dos años y tres meses, no más de seis, y los talleres no pueden considerarse actos de campaña presidencial como tal. Entre tanto, la de sus resultados en la votación es ligera, porque le da en votos pero no en porcentajes.
El resto de su discurso se centró en promesas y la repetición de los mismos eslóganes que ha dicho hasta el cansancio en debates, auditorios y plazas públicas. De esa manera, cayó de nuevo en varios argumentos ya revisados por Colombiacheck.com.
Repetición de la repetidera
Después de celebrar sus resultados, Duque les agradeció a su fórmula vicepresidencial, Marta Lucía Ramírez, y a todos los sectores políticos que han apoyado la aspiración de ambos, incluídos los partidos derivados de iglesias cristianas como el MIRA y Colombia Justa Libres que llegaron después de la adhesión de la excandidata Viviane Morales. Por supuesto, también mencionó a los expresidentes Uribe y Andrés Pastrana.
Acto seguido prometió gobernar “sin espejo retrovisor” y elogió a algunos de sus contendores. Primero a Sergio Fajardo, de la Coalición Colombia: “nos sintonizamos con él en la idea de trabajar en la educación, en la ética”, dijo. En seguida se refirió al programa de gobierno de Germán Vargas Lleras, de la coalición Mejor Vargas Lleras, como “riguroso”.
Al liberal Humberto de la Calle le reconoció “su aporte en la campaña” a los debates sobre salud y derechos de las comunidades étnicas. Esto es importante de resaltar porque a Duque lo han acusado de ser racista, incluso con noticias falsas en Facebook.
Finalmente, a su contendor para segunda vuelta, el aspirante de Colombia Humana, Gustavo Petro, lo llamó a “un debate con altura” mientras el público coreaba “no me da la gana una dictadura como la cubana”. Según Duque, “la esperanza está por encima del odio de clases”. Más tarde insistió en compararlo con Hugo Chávez y su “dedo expropiador”, como si la figura fuera inherente a la izquierda a pesar de que está en la Constitución y la usan también los gobiernos de derecha, como explicó Colombiacheck.
En lo que sí cambió de forma leve fue su discurso fue en referencia a la dosis mínima, que evitó mencionar. Planteó atención para el adicto, decomiso de cualquier cantidad de droga y cárcel para los jíbaros. Hasta el pasado fin de semana hablaba explícitamente de prohibición y daba detalles para evitar tergiversaciones. En los primeros debates, planteaba sanciones sin tantos matices. El año pasado presentó un proyecto de ley con un enfoque de salud pública que reñía con ellas y revive en parte en su posición actual.
En cuanto a la paz, trató de desmarcarse del ala radical de su partido que ha hablado de “hacer trizas” los acuerdos con las Farc. Pero advirtió que “tenemos que garantizar que los máximos responsables de verdad le cumplen al país” porque ha sido uno de los más duros críticos de la Justicia Especial para la Paz (JEP), a la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, a la reforma rural y a la participación en política de los excomandantes guerrilleros.
Pero sus llamados de atención han estado basados en información falsa, como que se ha dejado la erradicación forzosa o que los exintegrantes del grupo armado que escondieran armas no tendrían sanciones claras; ligera, como que la guerrilla todavía tenía secuestrados hasta el año pasado; o engañosa como sus cálculos sobre la posible extradición del exjefe guerrillero ‘Jesús Santrich’ por narcotráfico.
Duque también enfatizó en su discurso final en que “las empresas están asfixiadas con impuestos” para justificar su propuesta de bajar la tasa de tributación para aumentar el empleo y subir los salarios. La base de la propuesta, sin embargo, es engañosa porque esa política no tiene como consecuencia automática el efecto que, según él, se pretende crear.
El aumento que pretende crear en la formalidad laboral también es una de sus propuestas claves para mejorar el equilibrio en el sistema de salud. Pero las cifras que ha manejado su campaña sobre informalidad también están infladas y, de hecho, las cifras recientes son las más bajas de la historia desde que hay registro.
El libreto, en esencia, se mantiene de cara a la segunda vuelta contra Petro. Y esto incluye varias afirmaciones inexactas.