Martes, 21 Agosto 2018 Por

La estrategia política de la Farc en Bogotá, la ciudad que siempre se quisieron tomar

El partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común en el que se convirtió la guerrilla de las Farc le apuesta a fortalecer el trabajo social que iniciaron en la ilegalidad para cautivar votantes. No tienen clara todavía estrategia electoral ni candidatos, pero buscan apoyo social y político para consolidarse como fuerza política.

“Ustedes tienen puntualidad fariana”, comentó alegremente uno de los primeros alumnos que llegó a la sede de la Junta de Acción Comunal de la manzana cinco del barrio Jorge Washington, en la localidad de Kennedy, en Bogotá, a la clase del diplomado Mecanismos de participación y acceso a la justicia que dictan el nuevo partido político Farc y la organización social de ese barrio, y que certifica la Corporación Contrato Justo.

Jueves, 6:00 de la tarde. Hora de inicio de la clase, pero al salón adornado con fotos del barrio a la derecha y con imágenes del ‘Che’ Guevara y de Simón Bolívar al lado izquierdo del tablero de acrílico, solo habían llegado dos alumnos.

“El sindicato de desempleados trajo pan pal’ tinto”, saludó el tercero en llegar y puso una bolsa plástica sobre una mesa dispuesta cerca a la entrada, al lado de una cafetera.

Según Greissy Perilla, responsable de educación del partido Fuerza Alternativa en Kennedy, entre los 37 alumnos hay exintegrantes del M-19, excombatientes de las Farc, estudiantes de universidades públicas y profesionales. En todo caso son, en su mayoría, personas que trabajan en procesos sociales. Pero no todos los que asistieron a la convocatoria inicial se quedaron, hubo una persona que al darse cuenta de que la actividad la lideraba la Farc, prefirió no regresar.

Kennedy fue la localidad de Bogotá donde el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, en el que se convirtió la antigua guerrilla de las Farc, obtuvo la mayor cantidad de votos al Senado: 1113.

Ciudad Kennedy es a su vez un barrio de Kennedy. Esa fue una de las zonas de Bogotá donde operó el frente urbano Antonio Nariño de las Farc, una prolongación del Bloque Oriental, precisamente el bloque que tenía como tarea sitiar Cundinamarca y Bogotá para tomarse la capital del país, un objetivo que la antigua guerrilla siempre tuvo en la mira.

El frente urbano Antonio Nariño existió desde los años 90 hasta 2011 y hacía presencia en otras zonas pobres y con alta población de Bogotá como Ciudad Bolívar, Altos de Cazucá, Compartir, El Porvenir y Fontibón, así como en el municipio de Soacha, según el artículo Las Farc: Auge y quiebre de su modelo de guerra, de la revista Análisis Político de la Universidad Nacional.

Perilla explica que escogieron el barrio para hacer la capacitación por la fuerte organización social que hay allí y el tema del diplomado porque la idea es empoderar a la comunidad para que sepa cómo exigir sus derechos y, ¿por qué no? Para que termine haciendo política con ellos o por lo menos voten por sus candidatos.

Consolidarse en la capital será fundamental para el nuevo partido. En  las urnas en la capital obtuvieron 10.093 de sus votos para Senado. Allí también consiguieron 11.996 de los 32.636 que sacaron a la Cámara de Representantes. Un análisis de La Silla Vacía muestra a Bogotá de primera en la lista de 20 municipios en donde obtuvieron mayor votación.

Por eso, de actividades como esta capacitación hablan David Flórez, integrante del partido político distrital, y Andrés Rodríguez, del comité distrital de organización de Farc,  cuando se refieren a que el trabajo político del nuevo partido en Bogotá se basa en fortalecer su presencia en organizaciones sociales en las localidades y en respaldar iniciativas de movilización social existentes en estas zonas populares de la ciudad.

Rodeados de integrantes de las Unidades de Trabajo Legislativo (UTL) de los nuevos congresistas del partido Farc que van de aquí para allá en la sede del movimiento político hablando de sesiones en el Congreso, de los proyectos de ley y de si es necesario o no vestir corbata para entrar a ese recinto, Flórez y Rodríguez dicen que ahora en la legalidad trabajan para ampliar esa base social conquistada durante sus tiempos como guerrilla.

La Fuerza Alternativa pretende ahora cautivar votos a punta de trabajo comunitario en las zonas de Bogotá donde antes lo hacían clandestinamente en grupos que se conocían como milicias, donde además “ofrecían seguridad en los barrios frenando los desmanes de las bandas de delincuencia, pero donde también recogían y captaban recursos a través de secuestros y extorsiones”, según el artículo de la Nacional ya mencionado, que indica también que los actos más impactantes de estas milicias pudieron haber sido “el atentado al Palacio de Nariño el 7 de agosto de 2002, en el que un rocket alcanzó la casa presidencial y otro mató más de 10 indigentes de la Calle del Cartucho, y el atentado al Club el Nogal, el 7 de febrero de 2003”.

“Estamos absolutamente claros que la Farc es un partido político”, dice David Flórez, conocido hasta hace poco como vocero nacional del Movimiento Marcha Patriótica, organización afín a las Farc, en una clara reiteración a que ahora hacen política sin armas.

“Eso necesariamente nos lleva a participar, si no en todas las elecciones, en la mayoría, y las transformaciones que queremos realizar las alcanzaremos vía participación electoral y movilización social, esas son nuestras apuestas fundamentales en este momento. Tenemos claro que vamos a participar en las elecciones locales de 2019 en Bogotá y diría que en un buen número de municipios del país”, completa Flórez.

El principal objetivo del trabajo social en las comunidades es conquistar votantes, pero no es el único, asegura con convicción la responsable del área de educación de la Fuerza Alternativa en Kennedy, pues lo que quieren es generar un cambio. “Eso es lo que siempre hemos querido”, reflexiona.

Asegura que buscan conquistar espacios de participación política desde lo local hasta lo macro “porque entre más candidatos o mayor representación se tenga frente al Estado, más van a ser las oportunidades y las garantías para nosotros y para la gente. La idea es cambiar esa imagen que hay de la organización y que logren confiar en nosotros”. Dice y advierte que “la entrada a los barrios y a las localidades debe ser siempre con miras a la reconciliación para que haya construcción de paz”.

Perilla percibe unidad en la base social que han conquistado y dice que hay acercamientos con grupos que tienen experiencia y base política, pero que saben que en esos círculos hay integrantes que no los quieren. Borrar 53 años de lucha armada no es tan fácil.

La echada al agua en política legal

En su primera medición en las urnas luego de firmar un acuerdo de paz con el Gobierno de Juan Manuel Santos, el nuevo partido Fuerza Alternativa consiguió 52.532 votos al Senado en las elecciones legislativas realizadas en marzo de 2018. Según la revista Semana aspiraban, por lo menos, a 500.000.

Pero para Flórez el balance no es malo, pues no solo analizan los números, sino el espacio que ganaron, la posibilidad de participar. Tienen cinco curules en Senado y cinco en Cámara de Representantes que se pactaron con el Gobierno en el Acuerdo Final y cree que la respuesta fue positiva en Bogotá.

Carlos Antonio Lozada, exintegrante del Frente Urbano Antonio Nariño de las Farc, habla ante el Congreso en su nuevo rol de senador.

Para él, haber recorrido las 20 localidades de Bogotá, recorrer la Carrera Séptima hablando con la gente y relacionándose con la comunidad es una ganancia enorme por el significado que encierra. Además, para una guerrilla esencialmente rural, proponer soluciones a los grandes temas de la capital también fue demostrar conocimiento de las realidades y capacidad de adaptación.

Pero, a poco más de un año de las elecciones locales, a la Fuerza Alternativa le falta definir con detalle su estrategia electoral. Según Flórez, aunque puede haber modificaciones, sobre todo si logran concretar alianzas, tienen claro que le apostarán a elegir ediles en muy buena parte de las localidades bogotanas y, muy probablemente, a una candidatura al Concejo.

“Tenemos claro que los sectores alternativos tenemos que tener una candidatura unificada a la alcaldía de Bogotá y  en esa dirección vamos a hacer todo lo posible por ser un factor de unidad”, puntualizó.

Según Rodríguez, le apostarán a fortalecer las localidades en las que tuvieron buena votación, que son las del occidente: Suba (1000 votos), Engativá (985), Fontibón (487), Bosa (773), Ciudad Bolívar (642) y Kennedy (1113) que suman 4000 de los 10.093 votos que obtuvieron al Senado en Bogotá. Pero también le van a apostar a conquistar las localidades donde sacaron menos votación: Los Mártires (208), Sumapaz (30), La Candelaria (210) y Chapinero (303). Tienen claro que deben cautivar a la clase media bogotana de localidades como Barrios Unidos y Engativá, eso sí, sin descuidar a los sectores populares.

Además, confían en que el trabajo legislativo que inició Sergio Marín, el representante a la Cámara por Bogotá, y en general, los congresistas de ese partido, cuya actividad es más visible, empiece a cambiar la mala imagen que tienen.

Por ahora hacen trabajo social de base en 12 localidades de la ciudad.

Sobre el conocido respaldo que tienen entre los estudiantes de universidades públicas de Bogotá, Flórez dice que, aunque piensan reforzar la presencia política incluso en las privadas, pues uno de los proyectos de ley que presentarán como bancada será la propuesta de la gratuidad de la educación superior, no las ven como bastión electoral.

Para la campaña de 2019 la Fuerza Alternativa mantendrá, básicamente, los mismos temas de la agenda política bogotana de los que hablaron durante la campaña a Congreso: movilidad, seguridad, metro y medio ambiente, Plan de Ordenamiento Territorial, entre otros, pero propondrán temas muy propios como el mejoramiento integral de barrios, la elección popular de alcaldes locales (que actualmente son designados por el alcalde mayor) y la construcción de paz en la capital.

De la milicia, a la política

Isabela Sanroque, integrante de la dirección del partido Fuerza Alternativa en Bogotá, es consciente de que abrirse camino en la política legal no es fácil y de que su partido no es, precisamente, una fuerza arrolladora en la capital, por lo que van a tener que triplicar esfuerzos. Aún así siente que han ganado espacios. Pero es realista:

“A lo mejor vamos a hacer alianzas, también hay que ver las condiciones, porque con lo de Duque el nivel de tensión para figurar políticamente al lado de nosotros es complicado, hay gente que remarca las diferencias para no tener que posar en la foto con nosotros y hay otra gente que puede tener muy buenas intenciones, pero tiene intereses políticos. Tenemos las puertas abiertas para lo que se dé, para apoyar candidatos que consideremos que realmente tienen la intención de trabajar por la gente o si hay alguien de nosotros que se pueda posicionar, eso no está absolutamente definido”, indicó.

Sanroque, quien integró el frente urbano Antonio Nariño, ahora hace política en Bogotá sin mayores prevenciones. Sentada en un café del Centro Internacional en la capital, atiende un par de citas mientras sus escoltas llevan el carro al taller antes de emprender un viaje por tierra a Manizales, a donde la invitaron a una actividad académica sobre paz. Claro que esa tranquilidad es relativa, pues la situación de seguridad tampoco da como para llevar la vida normal del ciudadano que va a cine o a tomarse unas cervezas por ahí. Es más, aunque en la nueva situación podría vivir con su mamá, a quien dejó de ver por unos 15 años, prefiere no exponerla.

Compara lo que hace ahora con la actividad de conspiración en la guerrilla, para ella no es muy distinto, al fin y al cabo es pensar todos los días en cómo reunir a su gente para impulsar las iniciativas que tienen en pro de la infancia, en la defensa de la comunidad de Ciudad Bolívar contra el botadero de basura Doña Juana, etc. Es reunirse todos los días con ambientalistas, trabajadores, estudiantes para ver cómo articular el trabajo, cómo integrarse con la sociedad y consolidar sus propuestas ante los problemas de las comunidades. 

Para ella hay dos elementos que los van a diferenciar de los demás partidos, que no tienen los vicios de la política tradicional como la corrupción, el populismo y el incumplimiento de promesas. “Por ética y por principios vamos a ser muy transparentes en el manejo de cualquier recurso. Me atrevo a decir que en eso vamos a ser ejemplares”.

El otro es que son gente común y corriente, del pueblo, como quieren que los identifiquen, no como políticos inaccesibles. “La apuesta de la Farc más allá de posicionar a Carlos Antonio o a Pablo Catatumbo en el Congreso es que esas curules sirvan para desarrollar una política en función de los derechos de la gente, de las reivindicaciones de la gente”.

Sandra Ramírez, viuda de Manuel Marulanda y ahora senadora del partido Farc, dice que los ocho años que tienen asegurados en el Congreso les tienen que servir para que la gente sepa quiénes son en realidad, acabar con la mala fama que le atribuyen a los medios por medio del trabajo legislativo, no tanto del discurso.

Desde su escritorio en la sede del partido en Bogotá, sobre el cual tiene la Biblioteca del Proceso de Paz (11 tomos que contienen las memorias del proceso de paz con el Gobierno del expresidente Santos) duda de que ocho años en el Congreso les alcancen para posicionarse políticamente y retener, con votos, las curules que tienen, pero también cree que es mucho lo que pueden hacer para posicionarse también en otros espacios políticos, por lo que están dispuestos a hacer el esfuerzo. Al fin y al cabo son una organización acostumbrada a perseverar y a saber esperar.

Ramírez se ríe antes de admitir que hacer política con lo que ellos llaman “gente del común”, era conversar con ellos sobre sus necesidades o ayudar, por ejemplo, en la construcción de un puente. Ella cree que por acciones como esas se ganaron el corazón de muchos campesinos, sin cuyo apoyo no hubieran durado 52 años en la lucha armada. Pero en el Congreso es a otro precio, allí hay que buscar consensos para sacar adelante leyes que beneficien a todos los colombianos, incluidos los integrantes de las fuerzas opuestas, incluidos los integrantes más radicales de  esas fuerzas opuestas.

Para ella, estar haciendo política en Bogotá es una forma de triunfo. Sin embargo, el citado artículo de Análisis Político afirma que la poca participación popular se convirtió en el talón de Aquiles de esa guerrilla en lo político y la organización terminó con un énfasis más militar, mediante el cual, evidentemente, no logró derrotar al Estado.

Así que el verdadero triunfo será lograr respaldo en las urnas para hacer los cambios por los que tanto han luchado por la vía de la democracia a la que hasta hace poco combatieron.